“¡Ryan Gravenbrech es lo que más me emociona!”, exclamó impulsivamente Kimmich, un jugador de primer nivel técnicamente que rara vez pierde el balón. ¡Realmente lo disfrutaremos!”
Sólo unos pocos en la Säbener Strasse cuestionaron las capacidades futbolísticas y el potencial del joven de 21 años.
Pero se necesita más que eso para sobrevivir en el tanque de tiburones del Bayern de Múnich. Confianza, apoyo y paciencia. Gravenberch tenía muy poco de todo. Inútil: Su entorno inestable, que reforzó en lugar de estimular su insatisfacción.
No es sorprendente que sus numerosas entrevistas, en las que se quejaba repetidamente de su papel, fueran consideradas deplorables y poco profesionales. Los administradores también dejaron constancia de que sus asesores comenzaron a buscar un club desde el principio. El primer contacto con el Liverpool fue en febrero. En aquel momento, Gravenbruch ya decía en el vestuario que quería un cambio. ¡La mentalidad del ganador es otra cosa! Los otros jugadores de este grupo de edad (Jamal Musiala, Matthijs Thiel, Alphonso Davies) los tienen, y Ryan Gravenberch no (todavía).
Sin embargo, el FC Bayern debe aceptar las acusaciones de que es en parte responsable de este malentendido.
Sin duda, la razón justificable del enojo de Gravenberch fue la clara promesa del ex director deportivo Hasan Salihamidzic antes de su traslado a Munich de que tendría mucho tiempo de juego de inmediato.
Gravenberch se sintió traicionado cuando se dio cuenta de que, a pesar de la buena preparación, el ex entrenador Julian Nagelsmann había antepuesto primero a Marcel Sabitzer y luego a Leon Goretzka, quien empeñó públicamente sus cascos. Como resultado, se perdió la Copa del Mundo. Grave revés personal.
¡El talento por el que luchó media Europa debería haberse potenciado con más tiempo de juego y también darle más margen para cometer errores! Sobre todo porque la mayoría de los centrocampistas restantes languidecieron la temporada pasada. Especialmente Nagelsmann no fue lo suficientemente valiente con Gravenberch. Se esperaba que Thomas Tuchel ya no pudiera comunicarse con él porque a su llegada había tres títulos en juego y no había tiempo para experimentos. Y así termina el capítulo de Gravenberch, como era de esperar, después de solo una temporada.
Su traslado al Liverpool es lo mejor para todos los involucrados. El Bayern gana porque pagó más del doble (hasta 45 millones de euros) de la cantidad que le transfirieron al Ajax de Ámsterdam hace un año, y así puede financiar en parte el sexto sueño de Tuchel, Joao Ballenha. Gravenberch gana porque abandona el lugar al que nunca llegó. Y el Liverpool gana porque Gravenberch es un excelente futbolista, si las cosas van por el camino correcto. Jurgen Klopp es capaz de convertir este diamante en bruto en un gran jugador.
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