Gracias a las buenas conexiones de Lauda-Königshofen con su ciudad gemela francesa Boissy-Saint-Léger, cerca de París, después de 2017, el cantante de renombre internacional Francis Poulenc pudo volver a realizar un concierto en la iglesia barroca de Heilig-Kreuz en Gerlachsheim. La iglesia está celebrando su 300 aniversario este año desde que comenzó la construcción, por lo que sería bueno invitar a casi 30 coros para el fin de semana de Pentecostés. Gracias a las buenas conexiones del grupo de socios de la ciudad de Lauda-Königshofen, muchos miembros del coro pueden quedarse con familias y así también conocer el estilo de vida alemán.
Además de la música, los encuentros humanos estaban en primer plano. Gracias a Ute Göggelmann, que organizó el concierto y el acompañamiento a la perfección, al igual que Claudia Heydrich, presidenta del comité de socios de la iglesia. La Asociación Casa y Cultura de Gerlachsheim agradeció a la parroquia por su hospitalidad y por poner la iglesia a disposición, ya Norbert Gross por apoyar al alcalde, Lucas Braun, quien no pudo asistir. Un agradecimiento especial a Andrea Decker-Heuer, quien se encargó de todos los aspectos del programa en la iglesia.
El coro existe desde hace muchos años y fue fundado en 1969 por Colette Chavet. Carlo Lorre más tarde asumió el cargo de director y aún lo ocupa hoy. El coro lleva el nombre del compositor francés Francis Poulenc (1899-1963), que está enterrado en París y es famoso no solo por sus óperas y obras para piano, sino también por sus obras sacras.
Sin embargo, el concierto en Gerlachsheim tuvo un tema diferente. La atención se centra en canciones y composiciones de Argentina. Cabe mencionar aquí nombres como Astor Piazzolla, o Carlos Gustavino, considerados los fundadores del Tango Nuevo, Alberto Ginastera o Héctor Stamboni.
Comenzando con “Ave María”.
El concierto comenzó de manera muy diferente con el “Ave María”, una versión atribuida al compositor ruso Vladimir Vavilov (1925-1973). Como explica la moderadora Dorothy Wehrle, la melodía se remonta a una composición del siglo XVIII y hace mucho que se olvidó. Esto es difícil de descifrar con la segunda parte, ya que Carl Jenkins (nacido en 1944) en realidad escribió “Y la madre lloró” de sus motetes para coro, pero también hay variaciones para piano u órgano. Este último se realizó en un concierto en Gerlachsheim, cuando el Coro Francis Poulenc se enfrentó a la pianista Karin Rose, quien apoyó el sonido de las canciones con música.
Sin embargo, la pieza central de la velada fue la interpretación de “Misa a Buenos Aires” del compositor contemporáneo Martín Palmeri (n. 1965). Esta pieza se ha vuelto muy popular en los últimos años porque combina los estilos del tango nuevo con elementos de la música sacra. El domingo de Pentecostés hubiera sido mejor que esta música, que destila más poder, ya la vez una confesión de fe por su orientación litúrgica.
Originalmente escrita para coro, bandonian (acordeón), piano y orquesta de cuerdas, la obra fue interpretada en Gerlachsheim con solo coro, solistas y piano, lo que no disminuyó la intensidad. La emoción fue grande, por lo que no fue una sorpresa que el resultado fuera una ovación de pie de toda la Nave.
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