Redoble de tambores, confeti, espuma de fiesta de latas: Natalia Jaracho acompañó a varios cientos de personas en su camino al edificio del Congreso.
“¡Lo juro por los recolectores de basura del país!”
Recolector de basura como diputado, esta es una pequeña revolución en Argentina. El joven de 32 años se sube a la caja de una camioneta, que hace las veces de plataforma: “Nosotros no pudimos hacer eso, nos convenciste de que no estábamos lo suficientemente calificados”, grita Jaracho al micrófono. “La política ya no puede regirse por juicios y relaciones. Protegeré los intereses de los pobres”.
En la marcha para prestar juramento en el Parlamento, intenta sonreír, pero a veces el dolor de espalda pasa. El hombre de 32 años dijo que los carritos que arrastraba durante años por las calles de Buenos Aires eran demasiado pesados. Jaracho tuvo que dejar la escuela a los 13 años y estaba recolectando artículos reciclables. “¿Juras por Dios y por tu patria?” Pregunta el presidente del Parlamento. “A los basureros ya la lucha de los pobres de nuestro país, sí, lo juro”, responde Jaracho.
La política ya no debe regirse por pleitos y relaciones. Protegeré los intereses de los pobres.
No se cambió de ropa para el juramento del cargo en el Congreso, sino que vestía ropa de trabajo. Como las decenas de miles de recolectores de basura en las calles de Argentina: camisa morada, pantalón morado, ambos con líneas reflectantes de seguridad.
Más protección del medio ambiente y mucha esperanza
Como muchos países de América del Sur, Argentina tiene una baja tasa de reciclaje de solo el seis por ciento. Muchas gracias a los recolectores de basura por ser tan reciclados. Después de la quiebra del estado en 2001, más y más personas comenzaron a buscar algo reciclable en su basura. Primero objetaron las empresas de basura: recolectores de tarjetas, “Cardonaros”, Ellos robarán su basura. Pero las continuas protestas de la realidad social y de la comunidad de recolectores de basura lograron que la resistencia se redujera al menos un poco.
Durante mucho tiempo se han llamado a sí mismos “recicladores”., Se formaron en una alianza. Hay 150.000 personas en todo el país, unas 20.000 de las cuales ahora trabajan en cooperativas, algunas de las cuales trabajan con las administraciones locales.
Hoy digo con orgullo: he estado sirviendo a la comunidad y al medio ambiente.
“Me daría vergüenza buscar algo útil en la basura de otras personas”, dice Natalia Jaracho. “Hoy con orgullo digo: soy un trabajador, hago un servicio a la comunidad, al medio ambiente”.
Los recolectores de basura suelen ir en parejas como Rafa Candia y Roberto Medina: uno sujeta la tapa de un contenedor de reciclaje verde y el otro entra. Luego recogen todo lo reciclable de grandes contenedores verdes en los que los vecinos tiran todo: vidrio, cartón, plástico.
“Estamos orgullosos de tener por fin un representante en el parlamento”, dice Rafa Kandia, quien lleva casi veinte años buscando materiales reciclables.
Sus expectativas sobre Natalia Zaracho son altas: “Los viejos recolectores de basura necesitan apoyo, necesitamos mejores salarios, necesitamos leyes. La gente separará la basura y la reciclará con normalidad”.
Candia y Medina trabajan para la Cooperativa Madreselva, una de las doce empresas organizadas por recolectores de basura que se dedican a la segregación de residuos en la capital argentina.
20.000 paise es el salario base de un recolector de basura, equivalente a 171 francos. Además, hay 15 pesos, 13 centavos el kilo, de materiales reciclados recolectados. Es un trabajo duro, no es suficiente para sobrevivir. “Tenemos suerte”, dijo Rafa Kandia. “Otros están celosos de nuestro lugar en la cooperativa”.
Los miembros de la cooperativa organizan conferencias en escuelas y lugares públicos. Allí explican cómo funciona la separación de residuos o cómo se hace el humus a partir de los residuos de cocina.
Este es el éxito único de los “receptores”: enseñan conciencia ambiental a los habitantes de los barrios marginales, a menudo los barrios estigmatizados de clase media.
Desde que hubo un basurero en el parlamento, Rafa Kandia y su mujer Sandra llevan animando a sus hijos a soñar: “Queremos que se acerquen a Natty. Ella ha abierto nuevos caminos. Esto vale para todos los hijos de los basureros. Ahora ya sabes hasta dónde puede llegar un recolector de basura. Adiós.
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