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El nuevo presidente Javier Milei recorta el gasto público de Argentina y el peso se devalúa. Esto ha sido elogiado por el Fondo Monetario Internacional.
Los días de alta tensión en los mercados financieros de Argentina y entre la población han llegado a un final espantoso. El nuevo ministro de Economía, Luis Caputo, publicó el martes por la noche el esperado mensaje en vídeo con las primeras herramientas para reestructurar la economía: toda Argentina está conteniendo la respiración y afrontando el tratamiento de shock que realmente se esperaba. El peso se devaluó en un 50 por ciento y el gasto público se redujo severamente.
Los recortes del gasto público afectan al sector de la construcción pública, a las subvenciones a la electricidad, al agua y al transporte público, y a las transferencias a las provincias. “Gastamos más de lo que ganamos. Si se financia este déficit mediante la impresión, el peso pierde valor”, dijo Caputo. “Llegaremos a la raíz del problema y curaremos la adicción al déficit presupuestario”.
El presidente ultraliberal Javier Milei, que asumió el cargo el domingo, quiere recortar 20.000 millones de dólares en gasto público lo antes posible. “No hay dinero”, repitió Caputo el mantra de su jefe en un mensaje de vídeo. El nuevo gobierno de extrema derecha sabe que estas medidas aumentarán la miseria del país sudamericano.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha acogido con satisfacción las medidas anunciadas. “Estas medidas apuntan a mejorar las finanzas públicas para proteger a las personas más vulnerables de la sociedad, pero fortalecen el sistema de tipo de cambio”, dijo. Una implementación firme ayudará a estabilizar la economía y “sentar las bases para un crecimiento más sostenible liderado por el sector privado”. El FMI es uno de los mayores donantes de Argentina. El país debe más de 40 mil millones de dólares a instituciones financieras.
La economía argentina, que se ha estancado en los últimos tres meses, se contraerá en 2024, la inflación anual, que ya es del 142 por ciento, seguirá aumentando, la pobreza aumentará al 40 por ciento y la pobreza extrema claramente aumentará al 9,3 por ciento. Miley cree que este sacrificio es necesario para que el país vuelva a encaminarse. Calcula que esta difícil fase durará como máximo dos años. Sin embargo, existe el riesgo de que se produzcan grandes agitaciones sociales. Los sindicatos y las organizaciones sociales, tradicionalmente fuertes en Argentina, han anunciado protestas masivas. Los próximos meses serán muy turbulentos.
En particular, el gobierno no ha elaborado ningún plan sobre cómo controlar la inflación. Abrir una economía que ha estado bajo controles de precios y cambios durante años sin un plan para reducir la inflación plantea enormes riesgos. Desde que Milei asumió el cargo el domingo, tiendas, supermercados, artesanos y proveedores han aumentado los precios entre un 15 y un 50 por ciento en previsión de las próximas medidas. Algunos proveedores industriales y de construcción dejaron de trabajar por completo. Sobre todo, el ministro de Economía, Caputo, prometió proporcionar ayuda a las personas necesitadas y duplicar las prestaciones por hijos. Asimismo, se incrementará en un 50 por ciento el cupo para la libreta de racionamiento. Su objetivo es aliviar enormes penurias sociales.
La reducción del tipo de cambio oficial de 400 a 800 pesos efectivamente estableció un tipo de cambio artificial que había sido mantenido por el gobierno del predecesor de Millay, Alberto Fernández, a través de múltiples controles cambiarios. Pero existe una brecha con el tipo de cambio paralelo, que actualmente supera los 1.000 pesos por dólar.
Caputo también anunció que los contratos de trabajo de los empleados públicos que duren menos de un año no serán renovados. Los trabajadores del sector público representan alrededor del 18 por ciento del empleo total de Argentina. Son significativamente más bajos en países vecinos como Chile (doce por ciento) y México (13 por ciento). En Argentina, aproximadamente 3,5 millones de personas trabajan en el sector gubernamental a nivel federal, estatal y local.
Dada la casi quiebra de la economía, el nuevo presidente tuvo que abandonar su postura agresiva de política exterior contra los gobiernos de izquierda y comunistas. Milei rápidamente ajustó su rumbo hacia el segundo mayor acreedor de Argentina, China. El jefe de Estado recibió el lunes una delegación de Pekín y trató de arreglar las cosas. También escribió al presidente Xi Jinping pidiéndole que reanudara el cambio de divisas.
El ex ministro de Economía argentino Sergio Massa, que perdió ante Miley en una segunda vuelta, firmó un acuerdo con China en junio para extender un swap de divisas de 130.000 millones de yuanes (alrededor de 18.300 millones de dólares) durante tres años y duplicar la cantidad de financiación gratuita proporcionada anteriormente. Una suma de 35 mil millones de yuanes (equivalente a casi cinco mil millones de dólares).
Argentina necesita urgentemente divisas para cumplir con los próximos vencimientos de deuda por 44.000 millones de dólares acordados con el Fondo Monetario Internacional en 2018 bajo el liderazgo de Mauricio Macri.
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