IEn el debate alemán sobre los precios de la electricidad industrial, el foco principal está en la competitividad global. Los sindicatos subrayan cómo Alemania puede mantenerse al día cuando sus costos de energía son de seis a siete veces más altos que los de China y cuatro veces más altos que los de Estados Unidos.
Los diplomáticos de la UE advierten que el mayor peligro puede provenir de un vecino directo. Francia ya suministra a su industria energía nuclear barata. Pero en los próximos años habrá mucho más, sin que la Comisión Europea pueda imponer requisitos onerosos a las ayudas estatales.
También podríamos considerar como respuesta los planes del ministro de Economía, Robert Habeck (Verdes), de fijar un precio de la electricidad industrial de 6 centavos por kilovatio-hora. Pero Berlín también intenta por todos los medios impedir que París consolide y amplíe su ventaja competitiva. Probablemente habrá una confrontación en las próximas semanas.
El trasfondo es una propuesta legislativa de la Comisión que tiene poco interés popular en Alemania: la reforma del mercado eléctrico de la UE. Dado que los precios ya no se disparan de un máximo histórico a otro como lo hicieron en el verano de 2022, el diseño y funcionamiento del mercado eléctrico ha vuelto a ser un tema para los expertos. Todo se reduce a la cuestión central de la transición energética: ¿cómo puede la UE fomentar la expansión de fuentes de energía bajas en carbono y al mismo tiempo llevar consigo a los consumidores y la industria?
el auto perfecto
En Francia, un mecanismo de apoyo llamado ARENH ha garantizado hasta ahora que la industria pueda obtener electricidad a un precio fijo muy bajo de 4,2 centavos por kilovatio hora. Cada año, el complejo de la central nuclear produce hasta 100 teravatios hora, poco más de una quinta parte del consumo eléctrico del país. Las empresas industriales deben volver a solicitar financiación cada año. Más recientemente, la demanda ha superado con creces la oferta, lo que significa que las empresas han tenido que comprar volúmenes a mayoristas más caros para cubrir sus necesidades restantes de electricidad.
Sin embargo, el mecanismo de financiación francés expirará a finales de 2025 y Bruselas considera poco probable que la Comisión acepte una prórroga. Esta es precisamente la razón por la que París está tratando ahora de utilizar la reforma del mercado eléctrico para asegurar y ampliar los subsidios de otras maneras.
La reforma del mercado eléctrico ofrece al gobierno francés el medio ideal para lograr este objetivo. Este plan pretende transferir completamente el apoyo estatal a la energía eólica y solar, pero también a otras fuentes bajas en carbono, como la energía nuclear, a un instrumento con un nombre complicado: los llamados contratos bilaterales por diferencia, o CfD para abreviar. Su objetivo es garantizar unos ingresos fiables para los productores de electricidad y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de fluctuaciones significativas de los precios.
En concreto, funciona de la siguiente manera: el Estado y los productores de electricidad acuerdan algún tipo de precio garantizado. En las etapas en las que el precio de mercado es más bajo, el Estado suma la diferencia y así apoya a los productores. Por el contrario, los productores deben pagar ganancias al Estado en las etapas en las que el precio de mercado es más alto.
sumas enormes
París quiere utilizar esto para financiar casi toda su flota de centrales nucleares. Se están negociando contratos con sistemas que generan 300 teravatios hora de electricidad al año, alrededor del 70 por ciento del consumo francés. Berlín teme que esto provoque graves distorsiones en la competencia.
Los diplomáticos dicen que la cancillería está preocupada. Allí temen que París acuerde con el operador de las centrales nucleares, el grupo EDF, recientemente nacionalizado por completo, un precio garantizado muy inferior a las condiciones normales del mercado. Estamos hablando de 6 a 7 centavos.
Esto permitiría al Estado francés aportar generosamente fondos. Luego puede utilizarlo específicamente para financiar el precio de la electricidad para toda su industria –no sólo una parte como en Alemania– con la que nadie en la UE puede competir seriamente.
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