Argentina está viviendo su momento Donald Trump. El domingo comienza una prueba importante para la segunda economía más grande de América del Sur. Un nuevo presidente, Javier Milei, asumió y reformó.
Argentina comienza este fin de semana un viaje hacia lo desconocido, un viaje que podría terminar en miseria total, colapso y condiciones similares a las de una guerra civil. Pero también puede –como predice el futuro presidente Javier Mille– devolvernos a la normalidad. Y la normalización sería un gran paso para el país sudamericano.
No habría inflación deflacionaria, ni media docena de tipos de cambio, ni mercados paralelos, ni controles de cambios ni de exportaciones, ni amenaza de quiebra nacional. Y nada de miseria social. El presidente saliente, Alberto Fernández, deja un país donde más del 40 por ciento de la población es pobre: el 56 por ciento de los menores de 15 años. En un país que alguna vez fue rico, la mitad de la población sobrevive con sólo uno de los más de 180 programas sociales y de bienestar.
Ahora el destino del país y su gente está en manos de un outsider político de extrema derecha con poca experiencia en cargos públicos y ningún conocimiento económico. En cierto sentido, Argentina está viviendo ahora su momento Donald Trump. Este domingo Milei será presentada oficialmente en la oficina. Esperemos que no sea tan malo como lo fue entonces en Estados Unidos.
La gente también se enfrenta a un duro período de escasez.
Pero la segunda economía más grande de América del Sur y su gente enfrentan al menos un período difícil de mayores pérdidas. De alguna manera. Miley estima que los graves efectos del tratamiento de shock que ha planeado se sentirán hasta por dos años. Después de todo, Argentina sufre una de las tasas de inflación más altas del mundo: 150 por ciento. “No hay dinero”, dice y promete luchar contra los déficits presupuestarios masivos reduciendo el estado a lo esencial, dejando a los trabajadores en la calle, lo que significa privatizar empresas públicas y recortar el transporte público local, el gas, el agua y los subsidios estatales. Inmediatamente se paralizó el suministro de electricidad y más de 2.000 proyectos de construcción pública.
¿Pero resistirá el país severas medidas de austeridad? Sobre todo: ¿cuál es el camino del anarcocapitalismo de extrema derecha, rápido y agresivo? “¿Cuál de las milicias gobernará la Argentina?”, pregunta con aire de suficiencia el escritor Martín Caparros.
Porque el futuro presidente ha cambiado desde que apareció por primera vez en la campaña electoral. Comenzó como la punta del Estado que caía con motosierra, pero ahora está poniendo en perspectiva sus declaraciones de línea dura y buscando la ayuda de la “casta política”, a la que anteriormente arremetió como “escoria”. Sólo un ejemplo: la dolarización de la economía argentina y la abolición del banco central están fuera de la mesa por ahora. Uno ni siquiera soñaría con reemplazar el peso por el dólar como medio de pago oficial, especialmente porque el país tiene una deuda de 400 mil millones de dólares.
Mileis no tiene personal para trabajar en ministerios con su propia gente
Además, Miley nombró como secretaria de Defensa a Patricia Fulrich, candidata presidencial por los derechos civiles con quien se enfrascó en guerras de palabras insultantes durante la campaña electoral. Pero la Realpolitik también alcanzó a Milei aquí, especialmente porque su Partido de la Libertad carecía del personal para trabajar con los ministerios y, sobre todo, con su propia gente. Aunque redujo el número de departamentos de 18 a ocho. En el futuro, Argentina tendrá sólo los Ministerios de Justicia, Defensa, Seguridad, Economía, Infraestructura, “Capital Humano” y Relaciones Exteriores e Interior.
Para el experto argentino Edgardo Buscaglia, el futuro jefe de Estado debe dar un acto de fe: “La elección es una decisión entre un mal grande y un mal pequeño”, insiste Buscaglia, cofundador de la organización “Salvar la Democracia”. Miley ciertamente es menos malvada en el relajado panorama argentino. Pero a diferencia de Trump, hasta ahora “no ha mostrado desdén por las corporaciones”. Hace tiempo que abandonó sus controvertidas declaraciones sobre la venta de partes del cuerpo o de niños. “Sus planes económicos y de reestructuración del Estado están todos dentro del marco de la Constitución”, insiste Buscaglia. “Pero habrá que observar muy de cerca cómo gobernará Miley en las primeras semanas después de asumir el cargo”.
Los sindicatos y organizaciones sociales tradicionalmente numerosos y bien organizados de Argentina también serán vigilados de cerca. Ya han anunciado que saldrán a las calles contra los recortes. Y MIlei se prepara para responder con mano dura. Por eso contrató al secretario de Defensa Bullrich, que ya había probado su puesto. “Argentina necesita orden” es su lema. No se tolerarán cortes de carreteras, bloqueos ni manifestaciones.
Argentina enfrenta meses y tal vez años turbulentos, difíciles y difíciles. De ninguna manera es seguro que Miley lo sostenga políticamente.
More Stories
La política radical de Javier Mili y sus consecuencias para la Argentina
Gobierno del estado de Baja Sajonia: Weil viajará a Brasil y Argentina en 2025
Dictadura militar en Argentina: política histórica con la motosierra