Anke Soria lleva 14 años sin hornear galletas. Vive en Argentina desde hace mucho tiempo. “En diciembre hace tanto calor aquí que uno intenta no acercarse a la estufa”, dice este hombre de 41 años. Hace mucho calor ahora con 35 grados. “En verano, la gente aquí se queda fuera hasta las 11 de la mañana como máximo y luego cierran hasta las 19 de la tarde”. Incluso allí, sólo puede sostenerse con aire acondicionado y pequeños movimientos. Posible. “Aquí la siesta es sagrada. Te acuestas y duermes hasta que por la noche las tiendas vuelven a abrir y la vida despierta. Hallikally estará entonces en la calle hasta la una de la madrugada.
Soria es un poco gamberra en lo que a Navidad se refiere. Muchas luces de colores, árboles de plástico decorados de colores y música constante: Herbrechtinger lo llama música de gaita. “Lo que extraño es el olor de los pinos en la casa, la luz de las velas y que todo se vuelva un poco más tranquilo y contemplativo durante el Adviento”.
Hay celebraciones y asados en la vereda.
Mientras que en Herbrechtingen, la ciudad natal de Anke Soria, uno se acomoda naturalmente en su casa en Nochebuena, en Argentina, más precisamente en Fernández, la gente celebra en familia en una larga mesa en el patio o en la acera. Y a la parrilla. Hay cochinillo, cabrito, ternera, empanadas, empanadillas rellenas y ensaladas. A medianoche se hace un brindis, y luego los jóvenes se despiden lentamente de la celebración familiar. “Las discotecas abren a las 2 de la madrugada”, explica Anke Soria. “Regresan a casa alrededor de las 7 de la mañana”.
La familia también mantiene cierta herencia alemana en Argentina. “Mis tres hijos tienen ahora 15, 17 y 20 años, pero insisten en que sus regalos estén debajo del árbol y quieren que les haga un calendario de Adviento”. Sin duda, Anke Soria estará encantada de poder hacerlo.
emigró por amor
La querida Zoria vino a la Argentina. Herbrechtingen y Fernández tienen una asociación a través de parroquias católicas. En 2001, Soria participó en un intercambio juvenil y pasó un año en un servicio por la paz, ahora un año de voluntariado comunitario, donde conoció a su actual esposo. “Llegué a casa embarazada”, se rió. En ese momento, le dio un ultimátum a su marido: “Le dije: me voy a casa, y si quieres formar una familia conmigo, tienes que venir conmigo”.
Eso es lo que hizo. Ella y sus hijos vivieron durante seis años en Alemania. “Pero siempre tuvimos claro que queríamos probar cómo sería nuestra vida en Argentina”, dice Soria. Originalmente querían que fuera seis años, pero ahora se han convertido en 14. Pero como su tierra natal está tan cerca de su corazón, no quiere quedarse en Sudamérica para siempre. “Pero todavía no es momento de dar marcha atrás”, afirma. “Estoy seguro de que te darás cuenta cuando llegue el momento”.
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