¿Está la coalición de gobierno progresista de izquierda de Argentina, el Frente de Todos (Frente Común), al borde del colapso? El ministro de Economía, Martín Guzmán, renunció en un movimiento sorpresivo el sábado, lo que desencadenó una oleada de gestión de crisis. El domingo por la noche, el gobierno anunció en un tuit que Silvina Patakis sería la nueva ministra de Economía.
Fue precedida por tensas llamadas telefónicas. Entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner. Los dos hablaron gracias a la mediación de Estela de Carloto, líder de Abuelas de Plaza de Mayo. Ha habido una edad de hielo entre el presidente y el vicepresidente durante meses.
Las especulaciones sobre una reorganización más amplia del gabinete abundaron durante todo el domingo mientras se llevaban a cabo conversaciones en el palacio presidencial sellado. No hubo noticias oficiales hasta un tuit vespertino o una aparición frente a los equipos de cámara que esperaban. Ni una palabra del Presidente y el Viceprimer Ministro.
Se espera con inquietud la reacción de los mercados financieros a la reocupación, especialmente porque el peso ha caído a un mínimo histórico en los últimos días. El viernes, los pesos cayeron a 239 pesos por dólar estadounidense, ya que los valores de los bonos del gobierno se desplomaron y la exposición del país a nueva deuda aumentó considerablemente. Las unidades en línea que operaron durante el fin de semana también llevaron a cabo una reevaluación de riesgos. En tanto, hubo cobros de hasta 300 pesos por dólar.
La renuncia de Guzmán muestra cuán tóxico es el ambiente político en la coalición gobernante. La vicepresidenta Christina Kirchner había pedido durante mucho tiempo su destitución del gabinete. Kirchner crea a Guzmán Un miserable acuerdo de reestructuración de deuda según su lectura Junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros, prevé ahorros en el presupuesto estatal para reducir el déficit al 0,9 por ciento del PIB para 2024.
El acuerdo fue aprobado por el Congreso en marzo con votos de la oposición, mientras que los diputados de Kirchner votaron en contra o se abstuvieron. No ha pasado ni una semana desde la votación cuando Kirchner no regañó públicamente al ministro de Economía. Durante el mandato del presidente Fernández Hasta ahora, Guzmán se ha mantenido firme.
La controversia realmente se ha calentado con los aumentos planificados en las tarifas de electricidad y gas, que tienen como objetivo reducir los subsidios gubernamentales y lograr ahorros presupuestarios. Los subsidios le costaron al presupuesto estatal doce mil millones de dólares el año pasado. Pero mientras el ministro de Economía Guzmán hacía los preparativos necesarios, los secretarios de Estado a su cargo, pero políticamente cercanos al vicepresidente, se negaron a implementar sus directivas.
Guzmán finalmente perdió la paciencia el sábado. “Creo que es necesario que mi sucesor tenga pleno acceso a los instrumentos de política macroeconómica necesarios”, tuiteó Guzmán sobre su renuncia, mientras Kirchner hablaba en vivo en todos los canales de noticias en un funeral por el aniversario de Juan Domingo Perón. Muerte. De repente, la noticia de la renuncia de Guzmán se desplazó en la parte inferior de la pantalla.
Silvina Patakis, la sucesora de Guzmán, fue ministra de Economía en la populosa provincia de Buenos Aires de 2011 a 2015 y es cercana a la organización vecina de Kirchner, La Compora. Con su nombramiento, el vicepresidente Kirchner se consolidó sobre la dirección futura de la política económica. Qué cambios concretos se deben esperar y si se seguirán cumpliendo los requisitos del FMI siguen abiertos.
La escena es oscura. El aumento de la inflación empuja a más y más personas por debajo de la línea de pobreza. Se proyecta que la tasa de pobreza alcance el 80 por ciento este año. Y con la continua depreciación del peso, el gobierno se está quedando sin dólares. No se sabe cuánto durará la coalición de gobierno de centroizquierda.
Ya está claro que el presidente Fernández ya no tiene influencia en la política económica. También se le acabará la paciencia a fines de julio, cuando el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, haga una visita oficial a Washington. Fernández ciertamente quiere hacerlo de nuevo.
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