miEste es un período antes de que se amplíe la brecha dentro de la coalición gobernante en Argentina. La semana pasada se llegó a un acuerdo entre el gobierno y el estado Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado ahora al campo radical del Partido Peronista una razón para distanciarse públicamente del campo moderado que rodea al presidente Alberto Fernández. El lunes, Máximo Kirschner, presidente de la comisión parlamentaria de la Cámara de Representantes, anunció su renuncia. Kirchner, hijo de los ex presidentes Néstor Kirchner y la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dijo que no respalda la estrategia del gobierno y trata con el FMI.
El viernes, luego de años de negociaciones, el gobierno argentino llegó a un acuerdo con el FMI para reestructurar su deuda pendiente de más de $ 44 mil millones. El FMI le da a Argentina una oportunidad extra para pagar su deuda. En respuesta, Argentina debe comprometerse a reducir su déficit a cero para 2025, reducir los subsidios gubernamentales a la alta energía y reducir significativamente la inflación a más del 50 por ciento actual.
Fernández ve el acuerdo como un punto de inflexión. “Creo que este es el mejor acuerdo al que podemos llegar”, dijo en una entrevista. Pero incluso durante las negociaciones, quedó claro que la facción peronista radical en torno a Kirschner prácticamente rechazaba cualquier demanda del Fondo Monetario Internacional, y de esta manera eludía la responsabilidad política y creaba capital político.
El intercambio político de golpes no se hizo esperar
La actitud negativa hacia el Fondo Monetario Internacional fue bien recibida no solo por los peronistas sino también por grandes sectores de la población. Kirschner escribió en su comunicado que se quedaría en el campamento, pero que sería mejor dejar espacio para alguien que creyera en el plan con el FMI. En tanto, Fernández anunció que reemplazaría a Kirschner en los próximos días.
Ahora las cosas se están complicando para Fernández. Aparte del acuerdo con el FMI, no es nada seguro, pero aún no ha sido ratificado por el Congreso argentino. Sin el apoyo de los “cristianos”, Fernández confió enteramente en la buena voluntad de la oposición fortalecida.
Con semanas de intensa recesión política, el tiempo corre. A fines de marzo, Argentina deberá devolver 2.800 millones de dólares, pero las reservas del país no serán suficientes. Sin un acuerdo, Argentina enfrenta otro default, con consecuencias catastróficas para la economía del país.
Políticamente, la división entre Kirschner y Fernández expone una vez más la lucha por el poder en curso dentro del Partido Peronista en un momento en que Fernández necesita todo el apoyo político disponible. Dicen que la vicepresidenta Christina Kirschner, que tiene más poder político que el presidente Fernández, no debería estar detrás de las acciones de su hijo. Pero como suele suceder en situaciones como ésta, se encierra en un silencio significativo.
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