La voz argentina de un pobre resuena desde la parte trasera del camión. Ambientada en los suburbios de Buenos Aires, esas noches de invierno son muy frías. La gasolina y el pan ahora son inasequibles. “¿Qué más se puede comprar con 1.000 pesos hoy?” Llama Juan Grabois. Luego ruge su frustración ante la multitud que no lo entiende completamente: “¡Si no tienes un ingreso básico, tienes que hacer una mejor propuesta!”
Grabois, un activista social y asesor del Papa Francisco, ha provocado la ira de Argentina. De tendencia izquierdista, el hombre de 39 años está en curso de colisión con el gobierno izquierdista del presidente Alberto Fernández. Él es muy vacilante. Fernández vigila únicamente los mercados y sus reacciones, no las preocupaciones y necesidades de los sectores más pobres de la población. Estos son limítrofes. Recientemente ha habido informes de intentos de robo en supermercados.
En cuestión de días, el peso argentino perdió alrededor del 40 por ciento de su valor frente al dólar.Las consecuencias fueron dramáticas, especialmente para los pobres. La propuesta de Grabo de una versión argentina de un salario básico incondicional (salario universal) está ganando cada vez más popularidad, aunque todavía no existe una definición precisa de lo que debería ser en realidad.
“Debemos garantizar unos ingresos mínimos para quienes no están protegidos por sindicatos, convenios colectivos o regulaciones estatales”, explica Grabois a “Wiener Zeitung”.
antiliberalismo
“Sin este ingreso mínimo la sociedad es muy injusta, sino hay un sector de trabajadores sin protección, y luego en Argentina no vuelven a caer en la pobreza, terminan en la pobreza extrema, en la necesidad”, dice Grabois. Todo debería pagarse mediante la redistribución, una especie de impuesto sobre los beneficios excesivos. Grabois argumenta que siempre hay empresas que se benefician de las crisis y obtienen ganancias extremas. Estos también deberían llegar a los pobres.
Para una familia de cuatro, el costo mensual de los alimentos básicos es de 100.000 pesos (unos 330 euros). El gobierno debe aumentar los ingresos en el sector de bajos salarios hasta el punto de proteger el sustento de las familias de bajos ingresos.
Pero hay oposición en el otro extremo del espectro político. Rebeca Fleitas, diputada del cada vez más popular partido de libre mercado “La Libertad Avanza”, criticó al Estado como demasiado dominante. “Pero para resolver los problemas estructurales de la economía argentina necesitamos lo contrario. Más emprendimiento privado, más competencia, más mercados para fortalecer la economía argentina”, dice Fleetas. El líder del partido, Javier Milei, promueve la dolarización de la economía para estabilizar el país. Los liberales de mercado son especialmente populares entre los jóvenes, que esperan escapar de la eterna inflación del hámster argentino y la crisis económica de Millay.
Crece la presión sobre el gobierno del presidente Alberto Fernández. Recientemente respondió con una serie de cambios en la cúpula del Ministerio de Asuntos Económicos, incluida la introducción del llamado “dólar de soja” para movilizar los activos agrícolas afectados por las fluctuaciones monetarias. Esta puede ser su última oportunidad de cambiar el rumbo del país. Al menos en los últimos días, el peso se ha vuelto a estabilizar, pero no por encima de una línea plateada.
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