Ningún libro sobre los alemanes en Argentina puede prescindir de Adolf Eichmann. Por otra parte, en Alemania se sabe poco sobre la obra del barón Maurice Hirsch. Porque cuando piensas en el título, todavía piensas en criminales de guerra y peces gordos nazis, lo cual no es fundamentalmente erróneo. Pero a menudo se olvida que muchos judíos alemanes también fueron aceptados en Argentina antes y después de la era nazi. Ariel Magnus, un escritor argentino con raíces judías alemanas, ha escrito un folleto esclarecedor, divertido y satírico sobre “Nazis y judíos exiliados en Argentina” para mostrar que las cosas no fueron así. Es significativo que diga “casa a puerta”.
¿Por qué este tema? El abuelo judío conoció a un acérrimo partidario del NSDAP alemán en su nuevo barrio argentino, a 12.000 kilómetros de los nazis. Esta trágica historia es el motivo del presente estudio, que es una mezcla de no ficción y anécdotas familiares. Nacido en Buenos Aires en 1975 y actualmente residente en Berlín, Magnus ha escrito anteriormente sobre la historia de sus abuelos (“Dos calzoncillos largos de Hering”) y leyendas nazis (“La segunda vida de Adolf Eichmann”). Novelas.
Periódicos propios, clubes propios, zonas de baño propias.
En esta obra irregular y entretenida se aprende mucho sobre la vida de los colonos judíos de finales del siglo XIX (palabra clave: barón Hirsch), cómo organizaban sus vidas y cómo querían mantenerse. Luego, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, un contramundo nacionalista alemán y antisemita levantó banderas y grupos locales del NSDAP en Buenos Aires. Cómo, con el tiempo, coexistieron la aldea alemana liberal y la aldea alemana nacional (socialista), cada una con sus propios clubes, sus propias escuelas, sus propios periódicos y sus propios baños. Sobre todo: cómo este clima a veces menos, a veces más hostil persistió mucho después de la guerra y cómo muchos viejos nazis soñaban con un “Cuarto Reich”.
De manera fascinante y paradójica, Magnus describe sobre todo su propia participación en esta historia; por ejemplo, cómo la comunidad judía exiliada se dividió en diferentes grupos (“nosotros los zeks alemanes-alemanes”), que se miraban unos a otros con sospecha. Todo esto siempre se refleja en hechos, y aunque expresiones como “alemanes de origen nazi” puedan parecer un poco atrevidas, se trata de la comprensión, la reconciliación, pero la vigilancia constante de la tercera generación. “Como judío (…) siempre estás buscando de dónde podría venir la próxima masacre.”
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