A partir de: 11 de agosto de 2024 a las 22:21
Suena a ciencia ficción: los humanos pueden manipular y controlar las cucarachas, a través de microchips en sus caparazones. Esto podría convertirlos en salvavidas durante futuras operaciones de desastre.
El profesor Hirotaka Sato es investigador de la Universidad Tecnológica de Singapur. Está trabajando en cosas completamente diferentes con su equipo. Produce joyas de alta calidad con una impresora 3D y desarrolla los llamados insectos cyborg. Qué tipo de híbrido entre insectos y tecnología. El profesor Sato explica que su equipo está instalando chips en las cucarachas para que los insectos respondan a las órdenes humanas: “¿Ves esa mochila verde? Tiene una pequeña computadora junto con una cámara y algunos sensores integrados en la placa de circuito”. Además, se necesita un módulo de comunicación inalámbrica. “El electrodo se instala aquí y proporciona estimulación eléctrica. Cuando se estimula el lado derecho, el insecto siente que algo toca el lado derecho. Luego huye hacia la izquierda y viceversa”, explica.
Como un coche a control remoto
Puedes ver exactamente cómo funciona esto en un vídeo de New Scientis. Aquí, las cucarachas a control remoto escalan montañas y superan obstáculos con facilidad. También hay una demostración en el sitio web del grupo de investigación: el investigador presiona el comando en el control remoto y el insecto lo sigue. Cuando das la orden de acelerar, en realidad acelera, como un coche a control remoto. Pero no todo es un truco. Sato dijo que las cucarachas tienen como objetivo localizar a personas enterradas en zonas sísmicas. El insecto cyborg comienza en un punto de control y luego puede controlarse según sea necesario. Evita obstáculos automáticamente. Entonces, de repente, emite un sonido inconfundible. “¿Escuchas el ruido?” pregunta Sato. “Indica que el micrófono electrónico ha encontrado a un humano. La señal indica un humano u otro ser vivo”. Se informa de la situación al equipo de rescate.
Los insectos son el foco de la investigación.
La ciencia reconoce desde hace tiempo que los insectos tienen habilidades impresionantes. En algunos sitios se están realizando investigaciones sobre insectos robóticos. Sin embargo, no se trata de insectos reales, sino de pequeños ordenadores cuyo comportamiento y apariencia se basan en insectos reales. En la Universidad de Harvard, cerca de Boston, por ejemplo, utilizan los llamados Robobees. En el futuro, la polinización estará a cargo de abejas reales, que cada vez son menos debido al cambio climático. Pero todavía queda un largo camino por recorrer hasta entonces. Hasta ahora los Robobees sólo pueden volar. No pueden dirigirse a destinos ni comunicarse entre sí como abejas reales. Los críticos también dudan de que de esta manera se puedan mitigar las consecuencias de la muerte de insectos. En la Universidad Estatal de Washington también se han creado pequeños robots parecidos a insectos. Están destinados a su uso en monitoreo ambiental, fabricación de precisión o cirugía asistida por robot. Cuando se trata de búsqueda y rescate, el profesor Sato prefiere confiar en animales reales: conoce sus ventajas.
Más fiable que los pequeños robots
La idea se le ocurrió a Sato después del devastador terremoto que azotó Fukushima. Allí se utilizaron pequeños robots para encontrar personas. Pero los dispositivos consumían mucha energía, ya que sus baterías sólo duraban unos minutos. Las cucarachas, en cambio, se mueven solas. Esto significa que queda más energía para las cámaras y otras comunicaciones inalámbricas. También viven hasta cinco años y son fáciles de mantener y trasladar. En caso de desastre, entre 500 y 1.000 insectos deben buscar al mismo tiempo, guiados por inteligencia artificial (IA). Sato explica además: “La IA traslada automáticamente a los animales a un lugar seguro. Los insectos se pueden controlar utilizando el modelo de IA mediante el aprendizaje automático. Esto significa que no necesitan que nadie los controle”. Los prototipos funcionan; ahora la producción en serie todavía tiene que tener éxito. Sato cree que esto sucederá dentro de cinco años. Entonces las cucarachas pueden salvar vidas humanas.
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