El comandante ordena a los guardias de tres hombres que se supone deben proteger el Congreso de los manifestantes que “se pongan de pie con los pies separados y los hombros abiertos”, mientras un manifestante enojado les grita: “¿Qué hacen cuando llegan a casa? ¿Verdad? ¿Tú también tienes hambre?” Ese día en Buenos Aires hacía 30 grados y hacía un calor abrasador. Pero el ambiente político en el país todavía está acalorado. Argentina está en una profunda crisis y una gran parte de la población no puede ni quiere aceptar las duras medidas del populista de derecha Javier Millay; Ya no pueden permitírselo. Como al presidente esto no le importó mucho, el pueblo argentino se declaró en huelga general.
A unos cientos de metros del Congreso, frente al Palacio Barolo, los manifestantes sostenían retratos de los maestros del tango Osvaldo Pugliese, Juan D'Arienzo y Aníbal Troilo. El tango, un bien cultural nacional, a menudo cuenta con el apoyo del Estado (tal vez ya no). Esto puede poner a muchas personas en crisis. No habrá bailes de protesta ya que las calles están opresivamente abarrotadas. Entre bastidores, los bailarines de tango sudan, cantan, tocan tambores y silban con miembros de varios sindicatos.
“El tango, la cultura, no son sólo nuestras tradiciones las que están en riesgo”, dice la bailarina y trabajadora cultural Aurora Lupis. “Tenemos que protestar porque las medidas ponen en peligro los sectores del teatro, el cine y el arte, instituciones creadas en el proceso democrático”. “No debemos perderlo” desde 1983, cuando la cultura se desarrolló como elemento fundamental del retorno a la democracia posterior a la dictadura. El año pasado, Argentina celebró 40 años de democracia, el mismo año en que Javier Mille fue elegido presidente.
Una novedad para Argentina
En opinión de Miley, la cultura no es una parte esencial de la “nueva Argentina”, anunció a sus seguidores en las escaleras del Congreso el 10 de diciembre. Millay quiere transformar radicalmente el país mediante una legislación general, un paquete de medidas de desregulación y un decreto de emergencia.
En diciembre presentó un paquete de reformas de 200 páginas que, entre otras cosas, socavaba los derechos laborales y de arrendamiento y preveía la privatización de grandes empresas estatales y recortes a los pensionistas, estudiantes y organizaciones culturales y sociales. Se despidió a funcionarios públicos, se redujo el número de ministerios y se devaluó la moneda nacional, el peso. Básicamente menos Estado, más mercado. En menos de diez días la gente golpeaba cacerolas y sartenes en las calles. Debido a las violentas protestas, hubo que modificar párrafos del decreto. Estos fueron los primeros reveses para el Presidente.
Sin embargo, Miley anunció un serio tratamiento de shock a la nación. Habló de la necesidad de erradicar una “casta política” corrupta que se enriquece y no consigue nada, y pidió recortes drásticos donde los sindicatos se manifiestan hoy contra estos anuncios. La huelga general no sólo fue el primer gran desafío de Miley, sino también una novedad para Argentina: un presidente nunca se había enfrentado a una huelga masiva tan rápidamente después de asumir el cargo: un récord de 45 días.
El gobierno lo está sopesando
El gobierno ahora está tratando de desacreditar a los manifestantes. La ministra de Defensa, Patricia Bullrich, escribió en X que “mafias sindicales, gestores de la pobreza, jueces cómplices y políticos corruptos protegen sus privilegios y se resisten al cambio que la sociedad ha elegido democráticamente” para hacer huelga. La ministra de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, también escribió negativamente. Comentarios sobre las protestas: “La huelga no está justificada. Fue convocada por una oligarquía de millonarios con vehículos blindados y conductores, pseudorepresentantes de los trabajadores y la confirmación de que estamos en el camino correcto”.
Es “una táctica clásica de intimidación para que tengan miedo de salir a la calle”, dice María Godelo, directora de una escuela para niños con dificultades de aprendizaje en Buenos Aires. “Quieren intimidarnos”. Para Codelo las acciones previstas son dramáticas. El aumento de los precios del transporte y los recortes en la asistencia social marginarán aún más a los desfavorecidos: “Los niños ya no pueden ir a la escuela. El hambre se está convirtiendo en un gran problema cotidiano en las familias y no podemos permitirlo”.
El comandante ordena a los guardias de tres hombres que se supone deben proteger el Congreso de los manifestantes que “se pongan de pie con los pies separados y los hombros abiertos”, mientras un manifestante enojado les grita: “¿Qué hacen cuando llegan a casa? ¿Verdad? ¿Tú también tienes hambre?” Aquel día en Buenos Aires hacía 30 grados y un calor abrasador. Pero el ambiente político en el país todavía está acalorado. Argentina está en una profunda crisis y una gran parte de la población no puede ni quiere aceptar las duras medidas del populista de derecha Javier Millay; Ya no pueden permitírselo. Como al presidente esto no le importó mucho, el pueblo argentino se declaró en huelga general.
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