Un jefe de Estado ultraliberal ha presentado hechos a una velocidad vertiginosa. Después de una fuerte devaluación del peso, la inflación es del 220 por ciento y afecta especialmente a los pobres, dos quintas partes de los 46 millones de habitantes de Argentina. Antes de Navidad, Javier Mille entregó su “megamandato” de 336 puntos, poco después de un paquete legislativo que le concedía poderes especiales durante dos años. Se puede hablar con seguridad de una especie de ley habilitante.
¿Lucha en la calle? ¡Beneficios sociales reducidos!
¿Por qué funciona hasta ahora este extraño segmento de la cuenta del establecimiento? En primer lugar, la victoria electoral y el viento de cola de la temporada navideña se utilizaron para lanzar una terapia de choque neoliberal. Poco a poco la gente está tomando conciencia de sus consecuencias, como los recortes drásticos en el gobierno y los subsidios o la criminalización de las manifestaciones.
Cualquiera que proteste en la calle, no en la acera, se enfrenta a una futura pena de cárcel o a la pérdida de beneficios sociales. Una marcha largamente anunciada por partidos trotskistas más pequeños el 20 de diciembre fue escoltada por una fuerza policial intimidante con equipo antidisturbios. Después de que el presidente leyera las primeras partes de su “megamandato”, miles de personas marcharon por Buenos Aires con cacerolas y utensilios de cocina, aunque esta vez los uniformados se retiraron.
Javier Mille quiere gobernar por decreto durante dos años
Los principales medios de comunicación llegan con buenos gruñidos ante el agarre de Miley en la motosierra. Te ves en la página ganadora. En última instancia, hay planes para vender docenas de empresas estatales, adelgazar el sector científico y cultural y recortar los derechos de los trabajadores y las pensiones. La ya precaria protección de los bosques y los glaciares será completamente erradicada, lo que tal vez se llame liquidación. Si Millay quería gobernar por decreto durante dos años, no se podía recurrir a métodos dictatoriales.
Por eso es comprensible que los sindicatos peronistas hayan anunciado una huelga general para el 24 de enero y que los tribunales mantengan las objeciones al “megamandato” a pesar de las vacaciones de verano. La oposición también está creciendo en el parlamento, que se reúne en sesiones especiales, y ahora se extiende más allá de los peronistas de oposición hacia el espectro liberal de derecha. Argentina sigue invicta.
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