Estado: 26/10/2022 14:43
En Argentina, Toten Hosen se celebra con éxtasis. Cada vez que actúan allí, las calles se llenan de fans. El pasado fin de semana Totton Hosen volvió a jugar en Buenos Aires.
Los años pasan, pero en la tradicional reunión de hinchas de Hoseneros frente al Strummer Bar en Buenos Aires, la fiesta apenas comienza. Cerveza gratis hasta el final amargo, tatuaje en la parte superior del brazo con un águila esquelética, camisetas de Fortuna Düsseldorf y Argentina. Faro delantero para un reencuentro muy especial. “El caos, la fiesta, los jóvenes, Totten Hosen, es absolutamente loco. Nunca nos defraudaron, ni siquiera en tiempos económicos difíciles”, dice Nicholas, un fanático de Todd-Hosen. “Durante la crisis de 2001, cuando no venían bandas internacionales a la Argentina, estaban allí aunque solo había hot dogs y coca”.
Nadie los detiene en el Estadio Obras. Qué bueno estar en casa, grita Gambino en español desde el escenario. Alrededor de 6.000 fanáticos argentinos cantan las canciones en alemán, más o menos con la letra.
Primer concierto en Argentina en 1992 en Rio de la Plata
En 1992, los punk rockers alemanes llegaron por primera vez al Río de la Plata. “Fue poco después de la caída de la dictadura fascista. Se pedía a la gente que llevara en todo momento el DNI en el bolsillo, de lo contrario podía ser detenido en la calle”, recuerda Gambino. Los punks en particular habrían sido muy difíciles. “Recuerdo un concierto en La Rosa donde se rodeó todo el barrio”, dice el cantante. “La policía vino con agua y arrestaron a más de 50 personas”.
El gran avance de Die Toten Hosen se produjo cuando abrieron el último espectáculo sudamericano de los Ramones. Pasaron el cetro a los punk rockeros de Düsseldorf. Gambino ahora tiene un tatuaje de la leyenda del tango Carlos Cardel en su brazo. Debajo está el título de la canción del cartel “Mi Buenos Aires Querido” – My Beloved Buenos Aires.
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Fanáticos de los pantalones se apoyaron durante la pandemia
En las buenas y en las malas: la amistad germano-argentina perdura aun cuando la banda no puede venir. “Es un episodio en el que no puedes alejarte de Dotten Hosen”, dice Gambino. “Una amistad al otro lado del mundo apoyada por ambos lados”.
Durante la pandemia, muchos hinchas argentinos se quedaron sin trabajo y no sabían cómo pagar el alquiler ni la comida. Los fanáticos alemanes de Toten Hosen crearon un fondo de ayuda. La fundadora del club, Gabriela Noguerol, ofreció clases de español en línea. “Mi esposo y yo somos vendedores ambulantes y no tenemos trabajos permanentes”, dice ella. “Pero ahora tengo tres cursos de idiomas y mis alumnos están aquí por primera vez”. Entre ellos se encuentra Nicole Bayerisch de Frankfurt. “Si te haces amigo de un argentino, es una amistad para toda la vida, aunque vivas al otro lado del mundo”, dice. “Es como una familia. Es una familia extendida”. Incluso si es una de las últimas giras de los punk rockeros alemanes a Buenos Aires, la pandilla estará libre.
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